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El proceso de convertirse en persona — por qué sigue siendo necesario en la vida cotidiana de hoy
Por Agustina Devoto
Hay libros que no envejecen porque no hablan de épocas, sino de la condición humana.
El proceso de convertirse en persona, de Carl R. Rogers, es uno de ellos.
Aunque fue escrito hace décadas, su mensaje parece haber sido pensado para este momento histórico: un tiempo acelerado, ansioso, saturado de estímulos, con relaciones frágiles, decisiones rápidas y vidas que muchas veces se viven hacia afuera más que hacia adentro.
En este presente, donde la exigencia, la comparación y la necesidad de "funcionar" marcan el ritmo cotidiano, Rogers vuelve a recordarnos algo esencial:
las personas crecen cuando pueden ser escuchadas, no cuando se las acelera o se las corrige.
La revolución de la humanidad en tiempos de ruido
Hoy, más que nunca, vivimos en un mundo donde:
- se opina antes de escuchar,
- se reacciona antes de reflexionar,
- se diagnostica antes de comprender,
- se etiqueta antes de conocer,
- se exige claridad inmediata a quienes apenas están comenzando a ser.
Rogers propone lo contrario:
bajar la velocidad, generar clima, abrir espacio.
Propone tres actitudes —simples pero escasas en la vida cotidiana actual—:
- Escucha empática (no interrumpir, no suponer, no competir con la palabra del otro)
- Aceptación incondicional (no condicionar el vínculo a la performance)
- Congruencia (mostrarse auténticos, sin disfraces)
Parece básico.
En realidad es profundamente transformador.
Porque cuando alguien puede hablar sin miedo y se siente recibido, aparece una experiencia que la vida cotidiana muchas veces no ofrece: ser uno mismo sin riesgo.
Convertirse en persona en un mundo que pide "resultados"
El título del libro suena provocador:
convertirse en persona.
Pero no se trata de "lograr algo", sino de volver a sí mismo.
En un contexto donde:
- las redes moldean identidades,
- la comparación permanente desgasta,
- la ansiedad vocacional crece,
- el futuro se percibe incierto,
- la productividad se confunde con valor personal…
la propuesta de Rogers se vuelve un refugio.
Convertirse en persona hoy puede significar:
- salir del automático,
- reconocer lo que uno siente,
- distinguir el deseo propio del mandato externo,
- ordenar el ruido interno,
- animarse a preguntar qué se quiere realmente,
- dejar de correr detrás de lo que "hay que ser"
- para acercarse a lo que uno ya es.
Es un acto de libertad tan íntimo como revolucionario.
Por qué este libro sostiene mi forma de acompañar
Trabajo con adolescentes, familias, adultos e instituciones educativas, y en todos los casos encuentro el mismo desafío contemporáneo: personas que no tienen un espacio donde hablar sin que alguien les devuelva juicio, prisa o solución rápida.
Rogers me enseñó que acompañar no es dirigir ni interpretar, sino ofrecer una relación donde lo propio pueda aparecer.
Es desde esa ética —humana, educativa y profundamente respetuosa— que sostengo cada proceso de counseling y cada proceso vocacional.
Porque antes de elegir una carrera, una relación o un camino, una persona necesita poder escucharse.
Y ese es el clima que busco construir:
un espacio donde la vida cotidiana se suspende lo suficiente como para que la verdad interna pueda decir algo.
Por qué inauguro este blog con este libro
Porque este libro explica, en esencia, cómo trabajo y qué creo sobre el ser humano:
que cada persona tiene dentro suyo un movimiento natural hacia la claridad, el crecimiento y el sentido.
Solo necesita un vínculo que no lo lastime, que no lo apure y que no lo invada.
En tiempos donde la vida cotidiana exige velocidad, yo prefiero crear espacios donde pueda aparecer profundidad.
Bienvenidos a este blog.
Un lugar para pensar la educación, la vocación, el vínculo y el acto de habitar la vida con presencia.
